SALVEN A PABLO

Después de la caída ante Lanús, Pablo Quattrocchi, el técnico de Quilmes, se mostró contrariado y algo abatido. Incluso reconoció que había presentado la renuncia pero que no se la aceptaron.
Este no debe ser el principio del fin, sino por el contrario, el principio de una continuidad que no debería estar en juego.
Sin embargo, en este fútbol moderno, la picadora de carne sigue su marcha. Como un Moloch insaciable, el monstruo sigue buscando nuevas víctimas.
A Quattrocchi le comienza mañana una semana para revertir el presente y consolidar su firmeza. Porque el domingo 28 visita a este Boca de Arruabarrena -el Xeneize tendrá que completar el jueves los 35 minutos que le restan del partido que le iba ganando a Racing 1 a 0, con gol de Calleri en una jornada que fue de waterfúbol- que en estos momentos está jugando con Bánfield en El Taladro.
Y sin duda no será fácil la empresa para los dirigidos por Pablo, eso sí, no imposible. Porque si bien Boca tendrá el respaldo incondicional de su consecuente hinchada, dentro del campo de juego eso no debe influir, en todo caso hay que recordar que Boca ya no es invencible en su reducto, a tal punto que esas flaquezas le costaron el puesto a un técnico emblemático como Carlos Bianchi.
Quattrocchi se juega muchísimo en estos dos próximos partidos -luego de Boca, vendrá Newell`s al Centenario- y fundamentalmente lo que está en juego es la viabilidad de un proyecto a largo plazo, sostenido por los chicos de la cantera. Porque nunca como ahora el plantel profesional se da la satisfacción de contar con tantos futbolistas formados en el club.
Se dirá que el tema económico es el gran responsable de este equipo gasolero. En ese sentido, el propio técnico es una muestra de este tiempo de vacas flacas. Se quiso traer un técnico y ninguno arregló, finalmente quedó Quattrocchi, que era el gerente administrativo del fútbol, por un sueldo que es una vez y media menos que el de cualquiera de los técnicos a los que se les ofreció el puesto.
Quattrocchi no es culpable de la situación económica del club. La mala administración determinó que se ajusten los cinturones, con un presupuesto mensual en fútbol, seguramente el más austero de los clubes de primera.
Así las cosas, tampoco Quattrocchi es culpable de que el club tenga un presidente ausente -Aníbal Fernández estaba viajando para ver al Papa cuando Quilmes perdía con Lanús-, un presidente en las sombras  (por José Luis Meiszner, que aunque no parezca siempre está, por más que esté cumpliendo funciones en la Conmebol), y muchas deudas que castigan al club a diario.
Sólo tiene el club 5000 socios que pagan, una cifra insignificante para afrontar los gastos del fútbol profesional. Los empleados cobran sus sueldos con mucho atraso -varios fueron echados y con medidas de fuerza, intervención del Ministerio de Trabajo, etcétera, debieron ser reincorporados- ... en fin, el club tiene más problemas que los Perez García.
Por eso, hoy más que nunca hay que respaldar a Quattrocchi y al proyecto en marcha. No hay descensos en primera división y por más que las derrotan duelan y afecten el promedio para el torneo del año próximo, hoy hay que sentar las bases para encarar lo que viene en el 2015 con responsabilidad. En todo caso, cada parte debe hacerse cargo de su responsabilidad ... y fundamentalmente, encaminar el barco hacia el puerto, todos navegando por las mismas aguas.

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