QAC: EL DIEZ...

Caliente por la derrota, el técnico de Quilmes, Ricardo Caruso Lombardi dijo que el Cervecero tiene un 90 por ciento descendido, lo que significa que tiene que quemar los cartuchos en los próximos cuatro partidos que le restan -ganarlos todos- para quedarse en Primera.
Por ese diez por ciento va a luchar el Decano, y si se da lo del noventa por ciento, entonces habrá que "planificar" alguna vez con criterio el retorno, sin volverse loco, pero pensando en un plan para quedarse mucho tiempo.
Si en los últimos 40 años Quilmes no pudo estar más de cinco años en primera -condición sinequanom para afirmar un proyecto a largo plazo- entonces no debe sorprender este nuevo avatar en la historia futbolística del Quilmes AC.
Han pasado tres técnicos en esta etapa, desde Nelson Vivas y su exabrupto con un hincha hasta la sorpresa de Blas Giunta, que venía de eternizarse en Almirante Brown y que sufrió la sacudida de dirigir primera, y ahora con la impronta de Caruso Lombardi, que se deja llevar por la pasión, un día renuncia y al otro, Aníbal Fernández mediante -ya sin el Indio Solari de espalda- dice que seguirá hasta las últimas consecuencias.
Y si en estas "últimas consecuencias" está apenas un diez por ciento de vida, tendrá que empezar a respirar ganando en un escenario que siempre le fue adverso, como es el de Racing de Avellaneda.
Entre paréntesis, la Academia puede convertirse en el verdugo, primero de los Bichos en La Paternal -juegan hoy- y luego de Quilmes mandándolos al descenso.
La derrota con Olimpo dolió por ser un rival directo en la lucha por la permanencia y porque la obtuvo sacando rédito a una apuesta al empate, que fue quebrada por el Trencito Valencia, que hizo descarrilar todas las ilusiones quilmeñas.
Siempre hay un chivo expiatorio cuando se llega a estas instancias -Quilmes ya lo debería haber aprendido con creces- y en este caso le tocó al árbitro Germán Delfino.
Cuesta creer que este buen árbitro haya bajado tanto su nivel, con el antecedente del penal que le dio a Estudiantes en la fecha anterior ante River, más atrás aquel partido con Ríver y los incidentes que tuvieron su eclosión con una deplorable agresión desde la platea quilmeña, que al final le costaron dos partidos de local sin público al Cervecero, mucha agua corrió bajo el puente.
Delfino puso demasiado énfasis en los detalles -muy inclinado a que los laterales se sacaran del lugar exacto- y terminó coronando una pobre labor. Sin embargo, no fue el culpable de la derrota quilmeña.
Quilmes salió con un solo delantero a jugarse una instancia decisiva, mostrando Caruso exagerado respeto por un rival que sólo vino a defenderse y a capitalizar alguna incursión solitaria del Vito Dumas de Olimpo, el colombiano Valencia, que recordando a su padre, las pocas veces que apareció ensombreció el panorama quilmeña. Incluso con un golazo enorme, en el que dejó desairados a varios futbolistas del local.
Olimpo festejó ganar esta final -los puños de Furios celebraron como si hubiera ganado una Copa- y se fue a Bahía Blanca prácticamente con el pasaporte asegurado de primera división.
¿Y ahora qué?
El periodista Ezequiel adelantó que estaba en el estadio "el presidente", por Aníbal Fernández, quizás quebrando la costumbre de no asistir y preferir ver el partido por televisión, escuchando o no a Adrián Di Blasi en "su" radio.
Aníbal se habrá dado cuenta de que esa platea enojada con el árbitro necesita alguna vez una respuesta coherente para que alguna vez se termine este karma que sigue al Decano desde hace tantos años, antes con Meiszner (el padre primero, en la actualidad el hijo), ahora con él, por más que en los últimos tiempos haya brillado por su ausencia.
Debe quedar en el haber el hecho de que por primera vez en mucho tiempo -desde aquel equipo que ascendió en el 91- haya frutos de la cantera que están en primera división o alternan en la reserva. Ese presente, a la vez futuro, es el capital que tendrá que alimentar el cuerpo directivo si quiere que alguna vez cambien las cosas.
En suma, hoy se necesita tener fortaleza para apostar a ese diez por ciento que queda de permanencia, y con el restante noventa por ciento hay que ir sosteniendo las bases para buscar el retorno, sin volverse locos, pero sí con el fundamento de un proyecto que tenga subsistencia.
Basta de locuras económicas que no dan réditos -el caso Boghossian debe ser el más emblemático- y sí jugarse para conformar un club con todos y para todos, ya que Aníbal suele ser tan afecto al cristinismo y sus lemas.
Y para que ello sea posible hay que abrir las puertas a todas las inquietudes, hay que apuntalar las otras disciplinas deportivas.
Es cierto que el fútbol siempre fue vidriera, para que las demás disciplinas puedan desarrollarse. Pero hoy es necesario armar una estrategia para que el sueño de los diez mil socios, por ejemplo, no siga siendo una terrible pesadilla.

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